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Pero el peor error lo cometió Rafael Caldera, cuando era presidente -en su segundo gobierno-, quien cuando pudo no quiso degradar y enjuiciar por suvbersión al militar de marras que después se hizo del poder casi plenipotenciario de la hoy tan malhadada República Bolivariana de Venezuela que, para desgracia de muchos, pasó de rico potentado a chacra para un socialismo mal enfocado. El mismo error de Caldera se vió también, años antes, en Perú, cuando Fernando Belaunde, igualmente durante su segundo mandato, tuvo entre sus manos, en prisión, al que después sería el peor genocida, terrorista y líder subversivo que ha tenido la historia de nuestro país: Abimael Guzmán, hoy purgando cadena perpetua por sus crímenes. A mediados de los ochentas, a este gran hombre, uno de los adálides de la democracia sudamericana, muchos le achacaron su única torpeza, su único y craso error: dejar libre a este individuo, que después por casi dos décadas provocó una guerra interna que desangró al Perú. Saludos. Carlos.
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